El día del publicista llega y se va rápido. Saludos de colegas y algunos amigos. Los infaltables post en redes, memes divertidos, bromas acerca de cómo nos quedamos trabajando hasta la madrugada o los cambios que piden los clientes a último minuto. No hay lugar para mucha celebración, los publicistas siempre andamos ocupados y más ahora en tiempos inciertos.
Pero sería prudente hacer un alto y dejar de pensar en los propósitos de terceros y revisar los propios. Empezar por preguntarnos si como gremio estamos trabajando de manera articulada y con objetivos comunes.
Pensar seriamente en cómo enfocaremos las famosas licitaciones o “pitchs” como glamorosamente las llaman ahora. ¿Vamos a seguir invirtiendo dinero, horas hombre e ideas poderosas sin cobrar por lo menos un porcentaje del trabajo realizado?
Reinventarse y repensarse
Nos encanta pensar que los clientes nos vean como sus socios, gente en la que confían. Sus Don Draper. Pero lo cierto es que para muchas empresas solo somos proveedores de lujo, “los chicos de las ideas originales”, los que les digo como hacer su trabajo. ¿Queremos seguir siendo vistos así?
Para acabar, en tiempos de reinvención, ¿hemos pensado en reinventar nuestro papel como comunicadores? ¿Seguimos pensando en bonitos slogans o realmente queremos darle una voz a las marcas?
¿Somos de tomar riesgos en el Power Point y en la práctica atemperamos el mensaje? ¿Nos compramos el pleito por hacer que la comunicación haga una real diferencia en la sociedad?
Hay tarea por hacer. Por lo menos hasta el próximo 4 de diciembre donde nos volvamos a decir: Feliz día del publicista.
